«La verdad llana y sencilla es que aquí no quiere venir nadie. Las razones, yo creo que son más bien excusas, a mí no me convencen y me parecen el mejor y más elocuente testimonio de lo pobre y decadente que está la vida religiosa en la Iglesia Católica en estos tiempos. Comunidades que se conforman pescan en pecera pececitos de colores que ya están pescados más que pescados hasta el aburrimiento, en vez de salir por los mares de este mundo a lanzar las redes en nombre de Nuestro Señor y su Santa Iglesia, allí donde nunca han llegado esos que son llamados a ser pescadores de hombres en tierras de misión».
Un testimonio duro, una crítica sin ambages ni cortapisas… La que realiza un misionero toledano, el Padre Christopher, en su última carta desde la misión de Etiopía, en la que critica las continuas excusas que recibe de diferentes congregaciones de monjas para no ir hasta aquel «infierno» prácticamente dejado de la mano de Dios. No digamos ya de los humanos.
«Os podría enviar copias de todas las cartas que el obispo de Harar (nuestro vicario apostólico) y yo hemos enviado a congregaciones de monjas. Las respuestas que hemos recibido parecen copiadas del mismo manual: ‘No tenemos vocaciones…’; ‘somos una congregación demasiado joven y no estamos preparadas…’; ‘no es nuestro carisma…’; ‘la misión está en todas partes…’; ‘si supiera usted lo mal que está la pobre España…'».
El Padre Christopher continúa…
«Y mientras, al Papa Francisco le escuchamos lo que queremos y cuando queremos. En lo que nos gusta le hacemos caso y lo cacareamos por los medios de comunicación, pero cuando dice eso de ‘ir a las periferias’, eso de salir de nosotros mismos, de nuestro confort pastoral ‘autoreferencia’ de ser ‘una Iglesia en salida…’, maldito el caso que le hacemos al pobre Papa».
En la misiva endurece su discurso…
«La falta de celo misionero y el generalizado aburguesamiento eclesial en el que viven tantas Iglesias nuestras de vieja cristiandad no es algo nuevo; eso mismo indignaba al gran San Francisco Javier respecto de las gentes de su tiempo».
«LA IGLESIA SE VA MURIENDO PORQUE NO HAY QUIEN AVENTE LAS ASCUAS DEL FUEGO…»
El misionero de la diócesis de Toledo insiste en que «la Iglesia se va muriendo porque no hay quien avente las ascuas del fuego de Espíritu en los consagrados que, dejando sus comodidades, quieran responder a la llamada a ir a jugarse la vida en lugares peligrosos por Cristo y el Evangelio. Pienso en las cuentas que darán a Dios muchos obispos que tercamente impiden u obstaculizan que sus sacerdotes se ofrezcan para marchar a tierras de misión…».
O…
«Pienso en tantos sacerdotes y seminaristas diocesanos que ni siquiera se plantean la posibilidad de la vocación misionera y, sin embargo, andan preocupadísimos por la pulcritud de sus roquetes de ganchillo, los bordados de sus casullas de guitarra o alguna norma puntillosa o irrelevante de la liturgia latina. Mientras, masas ingentes de humanidad viven en las tinieblas de la ignoracia más espantosa, que no es la de no saber leer y escribir, sino la de no conocer a Jesucristo; no haber recibido la proclamación del Evangelio de la gracia o tener quién les celebre los sacramentos…».
El Padre Christopher también hace mención de su Archidiócesis de Toledo, «a la que doy gracias con toda mi alma y a ella rindo homenaje en esta carta por su celo misionero, por todo cuanto nos ayudan a quienes ya estamos desde hace tantos años en tierras de misión».
«¿CÓMO VA A ANUNCIAR LA IGLESIA EN ESTAS TIERRAS SOMALÍES EL EVANGELIO SI NO HAY SACERDOTES NI RELIGIOSAS QUE QUIERAN JUGÁRSELO TODO…?»
Para finalizar su carta, el misionero toledano hace una última reflexión: «¿Pero cómo va a anunciar la Iglesia en estas tierras somalíes el Evangelio si no hay sacerdotes ni religiosas que quieran jugárselo todo y estar dispuestos a perder la vida por el Reino entre estas pobres gentes?».
El Padre Christopher, durante su última visita a Toledo.