Unas gotas de inquietud, ganas de conocer otros lugares y ayudar y, por supuesto, el afán por formarse en el ejercicio práctico de su profesión son las motivaciones que han llevado a un grupo de jóvenes de Ciudad Real a viajar hasta el campo de refugiados saharaui de Tindouf para dar clases en mitad del desierto.
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En total han sido cerca de 140 alumnos de la Facultad de Educación de Ciudad Real los que se han animado a esta aventura en la wilaya de El Aaiún, donde han pasado 20 días impartiendo clases de Castellano, Educación Física e Inglés en seis colegios y dos institutos.
Se trata de unas prácticas internacionales organizadas por la Universidad de Castilla-La Mancha y que cuentan con el apoyo económico de la Diputación de Ciudad Real, que ha aportado 120.000 euros. Gema Sánchez, profesora de la UCLM que ha llegado recientemente de este viaje, destacaba a encastillalamancha.es la importancia de esta actividad ya que no existe otra Facultad de Educación en el mundo que movilice a tantos alumnos en unas prácticas internacionales. Este es el duodécimo año que se llevan a cabo y cada edición se repite la satisfacción de los participantes; incluso los hay que repiten.
«A través de este viaje, a los alumnos les cambia mucho la forma de ver las cosas». Cuenta que durante su estancia en el Sahara conviven en las casas de las familias de refugiados, quienes «nos integran como si fuésemos uno más, incluso nos ofrecen cosas que están por encima de sus posibilidades, cosas que ellos no suelen tener». La pobreza y una falta de una alimentación básica es allí un denominador común.
Jesús Ángel López no es nuevo en esta experiencia. De hecho, en esta ocasión ha ido en calidad de coordinador. Señala que «son unas prácticas totalmente diferentes a lo que serían en España. Es algo que recomiendo mucho; allí los recursos son mínimos y cuando vuelves valoras mucho más cómo se da la enseñanza en nuestro país». A nivel personal «también te enriquece y cambia tu escala de valores; compruebas cómo, a pesar de lo mal que lo pasan estas personas, siempre dan lo mejor de sí mismos con una sonrisa».
Los alumnos de la Facultad de Educación llegaron al Sahara cargados con material escolar y es que «no tienen ni lapiceros», apuntaba Jesús. «Antes de irnos siempre se hace una campaña de recogida», concluía.