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23/03/2013junio 13th, 2017

Todos ellos tienen caras de buenas personas. Pero es que, además, lo son. Amables, simpáticos, con una vida ya en el bolsillo, prácticamente de vuelta de todo y la sabiduría de quien se ha podido caer una vez pero se ha levantado dos.

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Llegan casi todas las mañanas, haga frío, llueva, salga el sol o nieve, se ponen la bata y se convierten en… Los hombres de blanco. O los inseparables de Cipriano González, el «amigo de los pobres«, quien cada mes reparte kilos y más kilos de comida y ropa a quienes más lo necesitan.

Son Luis, Ángel, Raimundo, Alfonso, Félix y Luis. Entre otros.

Protagonistas anónimos, hombres que respiran solidaridad por los cuatro costados. ¿Quier saber quiénes son?

«DE PEQUEÑO PASE MUCHA HAMBRE, CON UN TROCITO DE PAN Y UNAS PATATITAS…»

Comenzamos por Luis Merino Galán, toledano, 65 años… Se decidió a ayudar a Cipriano por una razón muy concreta: «De pequeño pasé mucha hambre. Éramos seis hermanos, mis padres y el abuelo, que estaba inválido. Recuerdo que cuando por las mañanas iba al colegio una vecina me daba un trocito de pan con unas patatitas, pero si un día no había, pues…». Casi que no comía.

Hambre. Seis letras que forman una palabra que hace estragos. «Incluso llegué a ir a los bloques militares a pedir pan». Por eso mismo, por el hambre que pasó no quiere que a los demás les suceda a lo mismo.

Real como la vida misma. Ángel Rosell también es toledano y también tiene 65 años. Razones diferentes, pero igual de valientes: «Cuando me jubilé decidí que necesitaba ayudar a los demás, porque también tienen derecho a comer».

Raimundo Díaz Tante es el mayor de todos, con 77 años, y tiene claro que su objetivo era «ayudar tanto a Cipriano, al que conozco desde hace muchos años, como a la gente que lo necesita». Y no hace falta más, porque la solidaridad entiende poco de palabras y sí mucho de gestos, como los de estos hombres.

«ME LLAMÓ LA ATENCIÓN LA COLA DE PERSONAS QUE SE FORMABA CADA VEZ QUE HABÍA UN REPARTO DE CIPRIANO»

Alfonso Corrrales Fernández tiene 72 años y aunque eran cinco hermanos, «no he pasado hambre, pero un día me llamó la atención la cola de personas que se forma en la calle cada vez que hay un reparto de Cipriano y le pregunte que cómo le podía ayudar. Me dijo que me comprara una bata blanca y que colaborara, sin más. Y aquí estoy».

Tan sencillo y humano como lo que acaban de leer.

Como la ilusión que muestra Félix Cuesta Fernández, de 68 años, «fui compañero de Cipriano en Alcatel, un día me dijo que por qué no me pasaba por aquí a echar una mano y aquí estoy, contentísimo de hacerlo».

Por último, Luis Fernández Sánchez, de 69 años. Su esposa, Alfonsa Medina, lleva varios años colaborando con el «amigo de los pobres» y «cuando me jubilé pensé que por qué no hacía yo lo mismo, que todas las manos que le puedan ayudar son pocas. Desde luego, hacen falta muchos Ciprianos en España».

Y por último…

CIPRIANO, EL AMIGO DE LOS POBRES, TODA UNA VIDA DEDICADA A LOS DEMÁS

Cipriano. El amigo de los pobres. 77 años, la experiencia por montera y la ayuda a quienes más lo necesitan como bandera. Pasó hambre, excesiva, de pequeño, por lo que cuando tuvo conciencia decidió que los demás no podían vivir lo que él había sufrido en carnes propias.

A los cinco años pedía algo de comida de casa en casa por su pueblo, Menasalbas, hasta que entró en el seminario. Una boca menos que alimentar en casa y comida caliente y estudios asegurados. Así ha sido su vida…

Un ejemplo para los demás. Para quitarse el sombrero.

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