miércoles, 27 de noviembre de 2024
La vida del javeriano toledano en Sierra Leona 31/12/2014junio 8th, 2017

El padre javeriano y toledano Luis Pérez, en Sierra Leona.

Continúa en Sierra Leona, su «casa», donde ha luchado como uno más contra el temible ébola. Y ahora, en Navidad, cuenta sus peripecias en tierras lejanas. Es el padre javeriano Luis Pérez, toledano, quien lo cuenta en una carta que remitió al diario ABC y algunos de cuyos fragmentos, también publicados en «Manos Misioneras», les reflejamos en las siguientes líneas. Un testimonio que estremece…


«Las campanas, normalmente llantas de coche que se golpean con un martillo, permanecen en silencio y el muecín, desde el alminar, no llama a la oración; estamos en estado de emergencia y, desde el 24 de diciembre a las cero horas, se ha establecido el toque de queda: todos tenemos que estar en nuestras casas hasta el lunes 29 de diciembre».

Cuenta además cómo fue el anuncio de este toque de queda…

«Fue anunciado el 23 por la mañana. Todo el mundo se lanzó a la calle a comprar lo necesario, en muchos casos lo imprescindible pues el dinero no da para más, para poder alimentarse en estos cinco días… El 23 por la tarde Makeni era un hervidero de gente que iba de un lado para otro tratando de encontrar lo necesario para estos días. En muchos casos la cosa no es fácil, muchos viven al día, del pequeño mercado, con la ganancia de lo vendido compran los alimentos para el día siguiente, comprar para cinco días seguidos es una ardua tarea, para muchos no será posible…».

«LOS AFECTADOS Y LOS MUERTOS POR ÉBOLA ESTÁN AUMENTANDO»

El padre Luis Pérez no puede dejar de mencionar en su carta el ébola, su acecho…

«Hace algo más de un mes parecía que la incidencia del ébola estaba ligeramente remitiendo en general y en el distrito de Bombali, donde está Makeni, en particular, pero la realidad ha cambiado de signo: los afectados y los muertos en el distrito están aumentando».

Además de contar cómo celebran la Navidad tan lejos de su casa y que motivó el toque de queda: «En Navidad la gente se reúne, las personas viajan para encontrarse con la familia, la gente sale a la calle para cantar y bailar, se organizan fiestas populares donde se baila… Normalmente se bebe un poco más. ¡En fin! Cosas todas que, en una situación normal, expresan la alegría de las fiestas que se celebran y se viven con los demás, pero que en la situación actual pueden ser motivo de tantos contagios por el posible movimiento de las personas y la posibilidad de muchos contactos… Solución: evitar todo ello con el toque de queda, media prudencial en bien de la población, pero que afecta a la celebración de estas fiestas de manera considerable».

El padre termina narrando que han tenido dos niveles de celebración, «la general, contenida, casi inapreciable, sin ruidos ni alharacas; y la familiar y la de la comunidad cristiana, sentida, participativa, lo suficientemente gozosa y compartida. Ambas un tanto en tono menor, como solidarizándonos con la situación general del país que, aunque con esperanza, está viviendo estos momentos difíciles de prueba, sufrimiento y necesidad».

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