El fotógrafo toledano Pepe Castro vuelve a hacer gala de su especial sensibilidad a la hora de retratar e indagar en lo más profundo de sus personajes.
En esta ocasión, quien se ha sentado delante de su objetivo ha sido Miriam Díaz Aroca, de la que destaca su sinceridad y naturalidad.
En su blog, Pepe Castro relata cómo fue la sesión fotográfica: «Me siento realmente afortunado de poder dedicarme a lo que me dedico, que es lo que me gusta, y en particular a esta complicada, y para mí, apasionante disciplina fotográfica que es el retrato. El retrato es algo más que hacer una fotografía, al menos en mi caso, me permite conocer a la persona, disfrutar de su conversación, escuchar sus vivencias, sus avatares profesionales y vitales, aprender de lo escuchado y acumular un sinfín de anécdotas y recuerdos en mi baúl. Todo este aporte extra hace que cada vez me centre más en mi trabajo y me ponga como tarea mejorar día a día, tanto profesional como personalmente.
Hoy he quedado con otro de esos artistas polifacéticos y enamorados de la profesión que tanto me gustan, por la energía y positividad que desprenden y transmiten.
Estoy esperando sentado, recordándome en mi juventud viendo a Miriam en sus primeras apariciones como presentadora y animadora en programas de entretenimiento infantil, o más adelante, cuando aparecía en el popular programa «Un, dos, tres» de Chicho Ibañez, cuando suena mi teléfono. Es ella. Aunque hemos quedado en el restaurante de un amigo común, se ha despistado en la ruta y esto le va a hacer retrasarse unos minutos. Bueno, no hay prisa, la tranquilizo, te espero aquí. Sigo con mis reflexiones y me acompaño de una cerveceza fresquita para hacer más llevadera la espera, que acaba 20 minutos después, cuando aparece sonriente en el vestíbulo del local.
En la mesa el tiempo pasa rápido, Míriam es una persona muy vital, habla de su trabajo con verdadera pasión y, como ya he dicho, transmite energía y positividad. Pero, sobre todo, me parece una persona profunda y sincera cuando habla, esto me da una primera pista. Quizás sea eso lo que tenga que buscar luego en el retrato.
Aunque la conversación es como si nos conociéramos de hace mucho y el tiempo que me dedica se me hace muy agradable, ya tengo ganas de empezar con la sesión. Estamos de acuerdo en ello, así que nos desplazamos a un apartado donde estamos tranquilos y libres de miradas para poder concentrarnos en el trabajo.
Los pocos minutos que tardo en preparar el equipo, me acompaña y observa con curiosidad. Empezamos a trabajar en cuanto termino de ajustar la luz, ya con ella sentada frente a mí. Miriam mira a la cámara con mucha naturalidad y mientras disparo me ofrece varias expresiones y gestos de los que saco partido. Me gustan más cuanto más sutiles y serenos, pero es precisamente en su mirada donde busco esa sinceridad que transmitía durante la conversación en la mesa. Al cabo de unos minutos, serena y sincera, aparece Miriam… ClicK!».