«Mi primer recuerdo es de cuando fui monaguillo, asistía a los oficios con uno de mis hermanos y yo era el jefe de los monaguillos en los Carmelitas». ¡Quién lo iba a decir! ¿Se lo imaginaban? Pues quien ha dicho eso es el mismísimo alcalde de Toledo, el socialista Emiliano García-Page, quien se confesó (así, sin comillas) el Miércoles Santo en el programa «Voces amigas», de Radio Santa María, con las periodistas Teresa Martín-Tadeo, Ana Isabel Jiménez y María Carrobles como cicerones.
Fue una entrevista distendida y muy agradable, en la que la política estuvo «prohibida» y se centró en la Semana Santa toledana y en las experiencias del propio alcalde de la capital regional. Por ejemplo, Page reconoció que el día de Viernes Santo «es el de mayor afluencia de turistas de todo el año. A pesar de la crisis, porque ver procesiones no es caro». Y anunció lo que va a hacer en cuanto deje de ser alcalde o, lo que es lo mismo, cuando ya no sea el representante político de todos los toledanos. «Me apuntaré a la cofradía del Cristo Redentor». Ahora no lo hace porque hay muchas que se lo han planteado y no quiere ser descortés con ninguna.
Se declaró «creyente y católico, pero aunque no lo fuera yo, como alcalde, asistiría a las procesiones». Porque entiende que, institucionalmente, se debe a todo el mundo. De ahí que afirmara que durante su trayectoria en la Alcaldía «he intentado no ser nada sectario, recibo a todo el mundo independientemente de si me ha votado o no». Y sobre la Semana Santa toledana lo tiene muy claro, «lleva unos años esplendorosa, los toledanos la han convertido en una fiesta mayor. Pocas ciudades en España han visto cómo nacían cofradías en los últimos años». De ahí que afirmara que ponen la ciudad entera «al servicio de las celebraciones de Semana Santa: el servicio de recogida de basuras, la Policía Local, Protección Civil…».
E incluso le pusieron en algún apuro cuando tuvo que elegir un rincón de la ciudad para ver las procesiones. Pero al final se decidió: «No es fácil, pero particularmente me gusta mucho la plaza de las Capuchinas, la subida desde la calle de la Merced (donde se encuentra la Diputación Provincial)». Y si hablamos de música, en «Voces amigas» contó un secreto: «Tengo una pequeña contraseña con la Banda de Música y me emociona especialmente, en Zocodover, cuando interpretan la saeta de los gitanos, que saben que me encanta. ¡A veces la repiten dos veces!».
Reconoció que sale en procesión tanto el Domingo de Ramos y como el Viernes Santo; y preguntado por otra Semana Santa que le apasionara, fue muy claro al respecto: «La Semana Santa de Sevilla. Es verdaderamente espectacular. En Sevilla ni la procesión del Silencio es del Silencio. La gente solo se calla en la del Gran Poder, en las demás es al revés. Es el triunfo de la vida sobre la muerte».
Y una anécdota familiar que contó con una sonrisa en la boca: «No se me olvidará nunca la cara de mi hija cuando me vio por primera vez de alcalde procesionando, con el collar mozárabe, su cara en los escalones de Zocodover, con un frío que hacía…».
«SABE A OBLEAS, HUELE A INCIENSO, RECUERDO EL POTAJE DE MI MADRE…»
Por último, le hicieron cinco preguntas muy concretas:
¿A qué sabe la Semana Santa? «A pasión serena. Sabe a las obleas, que son las tortas de Semana Santa».
¿A qué huele?: «A incienso».
¿Qué ve?: «Meticulosidad en las hermandades».
¿Qué se toca?: «El tacto es tocar el manto de las imágenes, una pequeña costumbre que tengo. Me acerco a los pasos antes de que salgan».
Y no podía terminar con un recuerdo, como es obvio, un recuerdo gastronómico típico de estas fechas: «Recuerdo el potaje de mi madre». Y sobre las tradicionales torrijas… Pues como que no… «Prefiero las de leche antes que las de vino, pero no soy amante de las torrijas».