Después de 25 años residiendo en Toledo, Rania Hayay Kotbe ha tenido que abandonar la casa en la que vivía alquilada porque no puede seguir pagando y se ha instalado, con su ropa y muebles, ante el Centro de Recepción de Turistas Toletum -cerrado desde 2011- para reclamar una vivienda de alquiler social.
Rodeada de sus enseres, una cama, ropa, detergentes, libros, televisor, microondas y cocina, esta mujer de 52 años ha explicado a Efe que lleva años apuntada como aspirante a una vivienda de alquiler social, tanto de la Junta como del Ayuntamiento, pero nunca le han llamado.
Esta mujer pide una vivienda de alquiler social para vivir ella y su hija, una universitaria de 18 años que estudia en Madrid y que esta noche también ha pasado la noche, junto a su madre, ante el Centro de Recepción de Turistas Toletum.
Rania asegura que «siempre» ha trabajado en planes de empleo municipales, en tareas de limpieza o jardinería, pero ahora no tiene trabajo por lo que ella y su hija viven de lo que les paga un anciano al que cuidaban y que también residía con ellas en la vivienda de alquiler que han tenido que abandonar, ubicada en el barrio de San Antón.
No quiere ir a un albergue ni a un «piso patera» sino que demanda una vivienda de alquiler social, porque 180 euros «sí puedo pagarlo», pero no 500 o 600 de un alquiler convencional en Toledo.
Esta mujer de origen marroquí asegura que se ha entrevistado con el alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, quien le dijo que intentaría encontrar una solución, aunque finalmente los servicios municipales no le han dado ninguna solución antes de tener que abandonar su anterior casa.
«No quiero ir a un ‘piso patera’ como me dice la trabajadora social, con otras 20 personas, la mayoría hombres. No. Antes me quito la vida y tengo gasolina guardada para quitarme la vida», ha asegurado.
Rania Hayay Kotbe, que no tiene más familia en España que su hija (estudiante de Económicas), asegura que en la ciudad hay casas vacías en la plaza de Padilla (en el casco) y también en los barrios de Santa María de Benquerencia y Azucaica.
La policía local ha acudido a persuadirla para que abandone el lugar y también lo han hecho los servicios sociales municipales, pero Rania se mantiene firme en tener acceso a una vivienda de alquiler social que pueda pagar y mantener, así, los estudios de su hija.