Hace unos años nueve amigos de Escalona alquilaron una furgoneta y decidieron pasar sus vacaciones recorriendo los pueblos del sur de España. Jaén, Baeza, Granada, Murcia, Torrevieja y Benidorm… “Éramos seis chicos y tres chicas, amigos de toda la vida, que nos fuimos a hacer una ruta por España en plan medio hippy”, recuerda Sergio Gutiérrez, eurodiputado toledano, miembro de la Ejecutiva Federal y regional del PSOE y concejal de Escalona.
Sin duda fue toda una experiencia. “Fue un viaje un poco a la locura, porque tampoco teníamos un plan determinado”. Dormían la siesta en la furgoneta, optaron por Baeza porque “nos dijeron que había buenas tapas” y movilizaron a alguna que otra amiga para poder dormir en una cama. “Cuando llegamos a Murcia, llamé a una amiga y le conté que estaba allí y que la iba a ver”, cuenta Sergio. Tras la sorpresa inicial de su amiga, porque solo esperaba a Sergio quien apareció con ocho personas más, pudieron descansar en una casa.
Tras esta parada, continuaron con su viaje. “Tengo grandes recuerdos de todo. Acabamos en Benidorm, llegamos allí y había un campeonato de fútbol en la playa. Nos apuntamos, y como teníamos que ir equipados, nos compramos unas camisetas de Superman, que eran las más baratas, y participamos”.
Una experiencia que siempre permanecerá en el recuerdo de Sergio y es que para pagar el viaje, tanto él como sus amigos, estuvieron trabajando durante los meses de verano. “Yo estuve de vigilante en el río, en Escalona, otros estuvieron de camareros… Por eso no nos dio tiempo a planificarlo y fuimos a la aventura”.
DE BENIDORM A MÉJICO
De un verano de locura a otro donde los sentimientos estuvieron a flor de piel. En el año 2006, Sergio viajó con su hermano Álvaro y su cuñada Marisa a Méjico. “Ha sido la experiencia personal que más ha marcado mi vida”, reconoce Sergio. El motivo de este viaje fue el de adoptar a su sobrino. “Yo siempre he estado muy unido a mi hermano y quería vivir la experiencia de un proceso de adopción”.
Fue un mes y medio en Méjico en el que, más que vacaciones, la mayor parte de su estancia en este país estuvo dedicada a las gestiones burocráticas para el proceso de adopción.
Tuvo tiempo de visitar algunos estados mejicanos como Guanajuato, una ciudad hermanada con Castilla-La Mancha por el Quijote lo que provocó que pareciese que “estuviésemos como en casa”; o Querétaro. “Aprovechábamos los fines de semana para hacer turismo. Son ciudades preciosas”, señala Sergio.
Sin embargo, el turismo fue lo menos importante de este viaje, ya que lo que realmente importaba era la adopción de Álvaro. “Recuerdo perfectamente ese día cuando salió el niño de la casa-cuna, que es donde estaba viviendo. La experiencia de salir el niño corriendo hacia su madre y hacia su padre, con un instinto que no te lo esperas, hizo que terminásemos todos llorando”.
Entre las anécdotas que recuerda hubo un momento que le marcó. “Recuerdo que mi sobrino fue a buscar a todos los niños para decirles quienes eran sus padres. En ese momento, se me acercó un niño de cuatro años y me preguntó: ¿eres tú mi papá?”.
Para Sergio fue una gran experiencia. “Ves que están bien cuidados, pero es una competición a ver quién sale antes”. Un viaje que fue a contrarreloj porque un día más significaba unas horas para aprovechar e intentar agilizar los trámites burocráticos. Al final, tanto esfuerzo mereció la pena porque Álvaro se vino con sus padres, su hermana mayor, Elsa, y su tío a España.
Benidorm y Méjico. Estos son los dos veranos con los que Sergio se queda. El resto los ha pasado trabajando en Escalona, su pueblo, ya que “tenía que pagar los estudios”.
Reconoce que es más de montaña que de playa, aunque si le dan a elegir se queda sin ninguna duda con “la playa de Escalona”, aquélla en la que ha pasado la mayoría de sus veranos.
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