sábado, 28 de septiembre de 2024
10/09/2013junio 12th, 2017

Sofía sufrió al nacer una encefalopatía hipóxica isquémica, cuya consecuencia es la parálisis cerebral severa que padece con dos años y medio. Su enfermedad ha provocado un giro radical en la vida de su familia. Su hermano Vicente, que tiene ocho años y se desvive en atender a la pequeña, cuando se enteró preguntaba por qué le habían hecho eso a Sofía. Su familia, sobre todo su madre, está 24 horas pendiente de la pequeña.

Ana García, la madre de la pequeña Sofía, recuerda el día que nació su hija. Asegura que el embarazo fue genial, pero el parto fue otra historia. «Nació muerta. Tardaron en hacerme la cesárea…» y, cuando se la hicieron, «tuvieron que reanimarla porque estaba muy mal».


Ana asegura que el parto se complicó tanto que «ahí pasó todo lo de la nena». Lo que sucedió es que sufrió una encefalopatía hipóxica isquémica, «cuya consecuencia es la parálisis cerebral severa que padece».

Nació en Cuenca y de ahí la trasladaron a Albacete, tras cuatro meses ingresada, le dieron el alta y «ahí tienes a tu niña», afirma Ana que se siente decepcionada y muy dolida con el trato recibido.

Sofía, con dos años y medio, ha cambiado por completo la vida de su familia, que se ha tenido que trasladar a Motilla del Palancar (Cuenca) para estar más cerca de los suyos y que puedan así ayudarles.

24 HORAS PENDIENTE DE LA PEQUEÑA

Ana está siempre pendiente de Sofía. De hecho, mientras concede esta entrevista a Encastillalamancha, Sofía llora, aunque solo es para llamar la atención de su madre, nos tranquiliza Ana.

Sofía no sabe tragar, no anda, no sujeta la cabeza… pero «es feliz», afirma tajante su madre, quien observa como la pequeña sonríe mucho y, es que, «una sonrisa de Sofía es un avance grandísimo».

Con dos años y medio, Sofía tiene una agenda llena de terapias. Tres días a la semana viaja a Valencia, a recibir una rehabilitación «de pago», y dos días la recibe en uno de los Centros de Atención Temprana de Castilla-La Mancha, donde «no pago nada». Y las terapias se notan. «Sofía no movía nada, estaba muy perdida», afirma Ana, quien asegura que ahora la pequeña va avanzando muy lentamente. Eso sí, «no te puedes poner unas metas, porque no lo podrías soportar», ya que «son avances muy pequeños», pero «para nosotros es mucho».

Su hermano Vicente, de ocho años, cuando se enteró preguntaba por qué le habían hecho eso a su hermana, pero sus padres le explicaron todo y «la cuida un montón».

Es Ana la que está pendiente constantemente de la pequeña. «Ahora que es pequeña la puedo manejar bien», pero Sofía según va creciendo necesita de todo.

Lo último, o lo primero según se mire, ha sido un bipedestador que le ayudará a respirar mejor. El empujón para conseguirlo ha venido de la mano de los bomberos de Cuenca, que donaron 1.000 euros a la familia de Sofía (como se puede apreciar en la foto). Un gesto que la familia de Sofía siempre agradecerá y que mejorará la vida de la pequeña.

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