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En la Plaza del Ayuntamiento 06/07/2013junio 12th, 2017

Los avatares de la vida han llevado a Rayma Hayay, Ignacio Morión y Santiago Moraleda a vivir a escasos metros de la Catedral de Toledo, el edificio más visitado de la ciudad, ubicado en la plaza del Ayuntamiento.

Desde hace casi cinco meses Rayma reclama frente al Ayuntamiento de Toledo una vivienda de alquiler social; Ignacio pide en la calle desde noviembre porque no tiene trabajo, y Santiago llegó este pasado lunes a las puertas de la Audiencia Provincial para comenzar una huelga de hambre y conseguir la custodia compartida de su hija.


Hay algo que sí diferencia a Ignacio de la situación que tienen Rayma y Santiago: él no duerme en la calle, paga el techo y la comida de lo que le dan.

La mujer que demanda al Ayuntamiento una vivienda de alquiler social nació en Ceuta pero lleva 25 años residiendo en Toledo; Santiago tiene 36 años y llegó a las puertas de la Audiencia Provincial procedente de Villacañas (Toledo), e Ignacio nació en Jerez de la Frontera (Cádiz), pero ha vivido en otras ciudades antes de instalarse en Toledo.

Sus vidas se han cruzado en escasos meses y, aunque Santiago e Ignacio no se conocen todavía, Rayma habla con ambos y acude a visitarlos.

Al poco de llegar Santiago a las puertas de la Audiencia, acampar e iniciar la huelga de hambre, Rayma fue a verle y le ofreció una manta para que se tumbase sobre ella en el suelo.

«Me dio las gracias, pero tiene un saco de dormir. Le he dicho que coma, pero él me dice que sin su hija no tiene vida», explica Rayma a Efe.

La mujer también conoce a Ignacio: «Nacho es mi amigo, buena gente, buena persona», asegura.

Ella lleva frente al Ayuntamiento desde el 20 febrero y asegura que esta época del año está siendo «más dura» que los meses anteriores.

«Con más frío me pongo más ropa y tomo algo caliente, pero ahora es más duro, me mareo y tengo mal la tensión. Hasta me cuesta más andar», reconoce.

Rayma tiene una hija universitaria, que estudia en Madrid y a la que han ofrecido un alojamiento temporal para que no tenga que estar con su madre en la calle.

Santiago, el más joven de los que han trasladado su vida frente a la Catedral Primada, ha dicho a Efe que empezó su huelga de hambre tomando solo agua, pero ha incorporado Acuarius a su dieta «porque empezaban los mareos».

No le ha visto un médico, «y si me mandan uno, me negaré» -asegura- porque «lo primero es que se resuelva el problema de mi hija y luego lo demás».

Dice que seguirá luchando para conseguir la custodia compartida de su hija -de apenas dos años- y tiene claro que lo suyo no es un «suicidio» sino un «asesinato»: «después de dos años y medio de tortura, que es lo que ha sido para mí este tiempo, no quiero alargarlo más».

Santiago se opone a que la madre de su hija pueda sacar a la niña de España y llevarla a vivir con ella a Panamá a partir del 15 de julio, junto a su actual marido, según ha resuelto un juzgado de Talavera de la Reina.

Por su parte, Ignacio está a diario en la calle Hombre de Palo, absorto en sus lecturas -que utiliza para «matar la vergüenza»- y con aspecto cuidado y afectuoso, y no pierde la esperanza de encontrar trabajo pese a que tiene más de 50 años.

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