Francisco Trapero Sánchez nacía en Argamasilla de Calatrava un 1 de abril de 1912. Ahora, 100 años más tarde, ha recibido el homenaje de toda esta población ciudadrealeña, por mediación de su alcaldesa quien, junto al concejal de Bienestar Social, cursaban una visita al domicilio de sus hijos.
Hortelano durante toda su vida, desde que terminara la contienda bélica en la que estuvo combatiendo durante los tres años de la misma, recorriendo medio país y teniendo que pasar finalmente a Francia desde donde regresaría a su Argamasilla natal, Francisco puede presumir de una excelente salud física y mental.
Hombre de buen ánimo, en el que no se ha nota el paso de tantas vicisitudes y tanto tiempo, comparte su vida con sus hijos, alternando un mes en la localidad que le vio nacer y el siguiente con la capital del reino. Ha tenido tres hijos, cuatro nietos y es bisabuelo para otros tres miembros más de la familia. Lleva 15 años viudo.
Jacinta Monroy, a quien conoce este hombre especialmente por su amistad con el padre y la abuela de la alcaldesa, tuvo ocasión de interesarse por tan magnífico estado de salud durante el encuentro que mantuvo en el domicilio familiar. «Para esta Corporación y en especial para mí como alcaldesa, es un verdadero honor y orgullo tener vecinos que llegan a esta edad, un siglo», valorando sobre todo «las condiciones en que este hombre se encuentra que es para congratularnos todos».
El secreto de esta larga vida y estupenda salud no son un secreto, según refirieron los interlocutores durante la conversación; tan simples como los buenos hábitos alimenticios y caminar, práctica esta que la lleva a cabo sobre todo en Argamasilla de Calatrava, puesto que en Madrid tiene miedo de caerse por los condicionantes arquitectónicas de la vía pública y pueda romperse algún hueso con las complicaciones que eso tiene. Sus carencias dentales son las únicas marcas que ha dejado el paso de tanto tiempo.
Francisco Trapero Sánchez, que reconoció haber seguido durante toda su vida una alimentación rica en productos de la huerta y la tradicional matanza, «con un poquito de vino en las comidas», agració la visita de la alcaldesa y su concejal y les animó a seguir luchando por la prosperidad del pueblo y el bienestar de sus habitantes.