Estudiante de Erasmus en Bruselas, donde vive, Patricia Ruiz, hija del consejero de Hacienda y Administraciones Públicas, pudo regresar a España la noche del martes, justo el mismo día del atentado.
Patricia Ruiz, hija del consejero de Hacienda y Administraciones Públicas, Juan Alfonso Ruiz Molina, pudo regresar a España la noche del martes 22 desde Bruselas, donde se encuentra estudiando con una beca Erasmus, después de vivir una rocambolesca jornada tras los atentados que provocaron la muerte de más de 30 personas, además de numerosos heridos.
Estudiante de Derecho y ADE en la Universidad Carlos III, en Madrid, llegó a Bruselas en septiembre de 2015 con su beca Erasmus para estudiar durante un curso.
Patricia tenía un examen por la mañana y su vuelo estaba previsto que saliera del aeropuerto de Charleroi, a unos 60 kilómetros de Bruselas, a las nueve de la noche, que al final pudo coger. Ella misma ha contado a encastillalamancha.es cómo fue su ya inolvidable jornada del martes…
«EMPEZAMOS LA PRESENTACIÓN Y SE SUSPENDIÓ, TENÍAMOS QUE EVACUAR LA UNIVERSIDAD»
«Nos levantamos antes porque teníamos que hacer una presentación, tipo examen, en la Universidad. A las 8.15 estaba desayunando con una amiga en la residencia y le llamó un familiar preguntándola si estaba bien. Fue entonces cuando nos enteramos de lo que había sucedido».
Todavía sin saber el alcance exacto de los atentados, «nos fuimos a la Universidad, y ya por el camino vimos algunas cosas raras. Llegamos y comenzamos a hacer la presentación, pero llegó la directora y dijo que todo se suspendía, que había que evacuar el edificio».
Ya en la calle comprobaron que el transporte público no funcionaba, por lo que las recogió el padre de una de sus compañeras para llevarlas de vuelta a la residencia.
«Esa noche teníamos el vuelo desde el aeropuerto de Charleroi, pero de casualidad, porque generalmente salimos del aeropuerto donde se cometieron los atentados, pero la hora del examen nos hizo coger el otro, ya que podíamos salir a las nueve de la noche».
Tenían que recorrer 60 kilómetros y la duda ahora era cómo llegaban hasta allí. «Hasta se nos pasó por la cabeza alquilar un coche, pero al final llamamos al servicio de taxi y nos encontramos con la sorpresa de que tampoco funcionaban. La casualidad hizo que cuando bajamos a la calle vimos que pasaba un taxi que estaba fuera de servicio y nos tiramos a él… El hombre se portó fenomenal porque nos dijo que sí, que nos llevaba, y cuando llegamos a Charleroi, cuando le preguntamos cuánto teníamos que pagar, nos dijo que lo que nosotras quisiéramos. El taxímetro marcaba 150 euros y al final le dimos 120, 60 euros cada una».
Esa noche llegaba a Madrid…