María Dolores de Sol Ontalba, de Ocaña (Toledo), se ha proclamado vencedora del prestigioso Festival de Arquitectura Viva (FAV) que cada año tiene lugar en las ciudades francesas de Montpellier y La Grande Motte y en el que participan arquitectos de todo el mundo.
En esta décima edición, junto a su compañero de equipo Antonio Nardozzi, los dos premios que contempla el certamen -tanto el del jurado, como el del público- han tenido como protagonista a esta toledana de 29 años, quien compitió con otros más de 300 proyectos.
La obra presentada por María Dolores, que lleva por título «The PortHole», es una arquitectura anamórfica que «según la miras está viva». Con la anamórfosis ha logrado el efecto contrario al trampantojo, de tal forma que una figura tridimensional se vuelve plana y con diferentes formas en función del lugar desde el que se observa. Se trata de un cubo de tres metros de lado que se transforma al ritmo al que el espectador lo recorre jugando con las vistas y las perspectivas para crear ilusiones ópticas inesperadas, a la vez que es un elemento urbano atractivo y confortable.
La pieza, que quedó expuesta durante el festival en el puerto de La Grande Motte, tuvo una gran aceptación y es que, en el galardón que concede el público, se llevó el 70 por 100 de los votos.
Cada año el festival propone a los participantes un tema determinado. En esta ocasión, por ser su décima edición, la organización dio libertad a los creadores, por lo que «nosotros decidimos que el tema fuese el título del concurso y hacer que la arquitectura estuviese viva». De esta forma también han podido aplicar uno de los campos en los que mejor se desenvuelven: la investigación y la experimentación.
María Dolores de Sol y Antonio Nardozzi viven a caballo entre Ocaña y Roma. Ambos han puesto en marcha el estudio Toma (www.toma.archi) y colaboran con otra firma de arquitectura.