El investigador José Luis Sanz ha adelantado hoy que los paleontólogos van a aplicar las mismas tecnologías usadas para la reconstrucción en 3D del cerebro del ampelosaurus del yacimiento de Lo Hueco en otros fósiles de dinosaurios como el Concavenator Corcovatus, conocido como «Pepito».
Sanz, que ha formado parte del equipo que ha logrado reconstruir el cerebro y el oído interno del ampelosaurus con fragmentos fosilizados del cráneo y a través de técnicas de tomografía computerizada y reconstrucción 3D, ha señalado en rueda de prensa que el uso de estas técnicas podría contribuir a arrojar nueva información sobre fósiles ya conocidos.
«Será un proyecto interesante; los equipos neurosensoriales más avanzados dentro de los dinosaurios son los de los carnívoros, especialmente las formas relacionadas con las aves», ha dicho Sanz.
Por su parte el investigador Francisco Ortega ha coincidido en señalar que las técnicas de los últimos diez años abren «una nueva ventana para fósiles ya conocidos al incorporar una serie de datos que a veces corroboran lo que ya sabías y otras veces te permiten avanzar y cambiar la primera aproximación».
Ortega ha señalado que esta revisión de los fósiles se está haciendo ya con piezas del yacimiento conquense de Las Hoyas, que en 2012 cumplió 25 años.
Sanz y Ortega, que co-dirigieron las excavaciones de 2007 que permitieron extraer cerca de 8.000 restos paleontológicos de Lo Hueco en Fuentes (Cuenca), han resaltado el potencial de este yacimiento encontrado en las obras del AVE como uno de los más importantes del Cretácico Superior en Europa Occidental.
También han señalado que Lo Hueco y Las Hoyas suman un gran potencial paleontológico para la provincia de Cuenca.
Las nuevas tecnologías han permitido reconstruir parte de la anatomía craneal del ampelosaurus y, sobre todo, algunos órganos e incluso sus funciones, de lo que los investigadores han sacado varias conclusiones.
Según el investigador del CSIC Fabien Knoll, el escaso desarrollo del oído interno hace pensar que el ampelosaurus era un animal que movía la cabeza, su largo cuello e incluso los ojos con lentitud.
Knoll ha señalado que es la primera vez que se usan estas técnicas sobre un fósil «español», aunque el año pasado el mismo equipo analizó los restos de otro saurópodo procedente de África, conservado en el Museo de Elche (Alicante).
En este sentido, Ortega ha matizado que el material africano de Elche «es mucho más primitivo pero estaba mejor preparado para detectar las variaciones al menos de la cabeza; esto indicaría que dentro de los saurópodos hay algunos más activos, que necesitan más información del entorno».
«En este caso uno de las conclusiones llamativas sería que este animal no necesitaba demasiada información del entorno, no era especialmente ágil ni activo», ha dicho Ortega, que ha añadido «simplemente era lento y, como tal, las cosas a su alrededor pasaban despacio y, por lo tanto, no tenía los órganos en los que se recibe esa información especialmente desarrollados».