¡Viva la música! Cantar para superar las barreras de la discapacidad en un coro «especial»
Son el coro "de la armonía", en el que no ver, no moverse o tener alguna discapacidad psíquica no es un obstáculo para ser artistas, el sueño de todos ellos. Lo que a ninguno le falla es una increíble fuerza en la voz y en la actitud
Cada lunes, los alrededores de la iglesia de Santiago del Arrabal, en Toledo, se convierten en un bullir de gente. Aunque podrían confundirse con uno de los grupos de turistas que a diario pasan por la Puerta de Bisagra, son toledanos de toda la vida. Este es su punto de encuentro para un proyecto más ambicioso.
En cuestión de media hora el piano comienza a sonar y en la sala de catequesis empieza a destilar un rumor más o menos afinado. Es un ensayo del Coro Voces en Armonía. Nació de la fusión del Coro de la ONCE y del Coro del Arciprestazgo, aunque después ha ido sumando miembros. En la actualidad son 53 las personas que participan en él. Son personas con y sin discapacidad, todas ellas con una voz muy potente, como cuenta con una sonrisa Pilar Piñeiro.
Consuelo Álvarez-Palencia es la encargada de dirigir a esta agrupación, donde la palabra integración no es un eslogan, sino una realidad que se pone en práctica ensayo tras ensayo, y donde discapacidad no es un estigma, sino una circunstancia que pasa desapercibida ya que, a la hora de entonar una canción, nadie repararía en las dificultades visuales, sensoriales o de otra índole que tienen la mayor parte de sus componentes.
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[ze_image id=»223050″ caption=»El coro se reúne dos veces por semana para ensayar con unos cuadernos de canto adaptados y una complicidad que se respira en el ambiente.» type=»break_limited» src=»http://ecmadm.encastillalamancha.es/wp-content/uploads/2018/01/Coro_Armonia_.jpg» urlVideo=»» typeVideo=»» ]
Algunos ya venían con nociones del mundo de la música, otros estaban unidos a ella por su afición. «Para sumarse solo se pide un requisito», dice su directora, «voluntad». El coro se mantiene con las aportaciones de sus propios integrantes. Cada mes pagan sus partituras y si tienen algún concierto fuera de la ciudad se costean el transporte.
Coordinar a tantas personas puede ser a veces complicado. “Siempre tiene que haber algún tema. Es humano”, confiesa Agustín Romo, que está en este proyecto desde el principio.
Pese a todo, la unión de esta “gran familia” se expresa en grandes y pequeños gestos. Como cuando Alejandro Redondo comenzó a cantar en el funeral de su mujer, en un arranque para superar la congoja del momento, y sus compañeros le siguieron. Un lugar donde cada altibajo se comparte y donde el cumpleaños de Alicia Martínez se celebra con sidra, pastas y un “Mañanitas” todos juntos.
Protagonistas con la música como una terapia común
Juan Saavedra tocó en una orquesta durante más de 20 años. Ahora que la artrosis le dificulta la tarea hace de percusionista. No lejos de él, Alejandro Redondo sigue la música con el oído. El escenario es irrelevante para él: «Como no veo dónde estoy, me da igual un sitio que otro», bromea con una sinceridad admirable.
Silvia López, que ha percibido como su capacidad para ver escapaba de sus ojos, es una de las sopranos del coro. Para ella cantar era un sueño de la infancia: “Aquí tengo la oportunidad de cantar en público”.
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Silvia López ha percibido como la capacidad de ver se escapaba de sus ojos. Cantar era para ella un sueño de la infancia[/ze_summary]
Desde su formación a finales de 2013 han actuado en grandes ocasiones como el Corpus o las Noches Toledanas, recorriendo varias iglesias y patios de Toledo. Fue además uno de los tres grupos que participaron en «El Mesías» en el Teatro-Auditorio El Greco. Su próximo proyecto consistirá en una partitura compuesta por Ibón Casas, compositor vasco con una importante limitación visual.
No todos se ciñen al marco etiquetado como discapacidad. Maite Rodríguez tiene problemas de movilidad heredados de un ictus. Se unió al coro casi desde el principio: “Tenía que buscar algo después de no poder seguir trabajando. Y la verdad es que aquí todos somos una piña, cada uno tenemos nuestros problemas». Una complicidad que le hace más llevadero este giro inesperado: «A mi siempre me ha gustado mucho el artisteo. Y bailar no bailo porque no puedo. Pero la boca la tengo muy bien”.
[ze_summary text=»Maite Rodríguez: Siempre me ha gustado mucho el artisteo. Y bailar no bailo porque no puedo»]
Maite Rodríguez: Siempre me ha gustado mucho el artisteo. Y bailar no bailo porque no puedo[/ze_summary]
Pero si hay una energía que destaca sobre el resto es la de Pilar Piñeiro. Mueve a todo el coro. Y justo cuando están a punto de irse a casa, arranca con un último ensayo: “Una más y ya”. Entre partituras adaptadas y un murmullo que no cesa, el coro ensaya dos veces por semana, para compartir su tiempo, para olvidarse por unas horas de sus problemas personales y para superarse en cada nueva sesión.
Porque, como alguien aconseja, “la música hay que interpretarla”, no solo reproducirla. Algo que el Coro Voces en Armonía sabe muy bien, y por eso su nombre cobra sentido cuando 54 voces se funden en una sola para entonar un «Aleluya».
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El Coro Voces en Armonía sale adelante cada semana gracias al esfuerzo de: su directora, Consuelo Álvarez; las sopranos María Carolina Arredondo, Sagrario Carrobles, Pilar Cediel, Gloria Galdón, Juliana Gómez, Silvia López, María del Carmen López, Margarita Lobo, Alicia María Martínez, Mariví Moreno, María Dolores Muñoz, Pilar Piñeiro, María Teresa Rodríguez y María Isabel Rodríguez; las contraltos María del Pilar Corrales, Pilar de Pablo, María Gómez, María del Rosario Navarro, Guadalupe Ortega, María José Rivas, Victoriana Rubio, María Teresa Sánchez, Olvido Vallejo y Sagrario Vicente; los tenores Fidel Esquivias, Pablo Gómez, Antonio Hernández, Paloma Lillo, Manuel Lillo, Félix Lucas, Ángel Nombela, Alejandro Redondo García, Alejandro Redondo Pérez, Manuel Rolando, Juan Saavedra e Isidoro Turrillo; y los bajos José Luis Coco, Félix Fernández, José María García del Moral, Juan Herrero, Antonio Martín, Pedro Merino, Agustín Romo, Sixto Ruiz y Fernando Yuste.
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