La Audiencia Provincial de Ciudad Real ha condenado a 22 años y ocho meses de prisión al exsacerdote acusado de abusar de varios menores de entre 11 y 14 años que estudiaban en el Seminario Diocesano de Ciudad Real.
El exsacerdote, que el último día del juicio mantuvo ante los medios de comunicación que era «inocente» de los hechos por los que ha sido juzgado, también ha sido condenado a una multa de 68.040 euros y a indemnizar con 2.000 euros a cada uno de los menores, según la sentencia que se ha hecho pública este martes.
Tras el juicio, que se celebró a puerta cerrada el pasado mes de diciembre, la Fiscalía mantuvo la pena de petición de 40 años de cárcel para el ex sacerdote al considerar que ha quedado probada su implicación en los hechos.
Una pena que la acusación ejercida por varios de los menores pidió que fuera superior a los 40 años, mientras que la defensa mantuvo la petición de libre absolución para el sacerdote.
La Audiencia Provincial de Ciudad Real le ha impuesto al sacerdote la medida de libertad vigilada por un tiempo de cinco años a cumplir con posterioridad de la pena privativa de libertad y le inhabilita durante seis años para cualquier profesión u oficio, sea o no retribuido, que conlleve contacto regular y directo con menores de edad.
La sala ha considerado probado que el sacerdote abusó de los menores en numerosas ocasiones, como relata a lo largo de la sentencia, aprovechando su condición de formador que implicaba las propias del tutor, y que le hacían acompañar en el día a día, en lo académico, personal, en su cuidado y vigilancia a los jóvenes.
Como consecuencia de estos hechos, algunos de los alumnos del seminario han sufrido secuelas psíquicas presentando desajustes psicológicos, como sintomatología ansiosa, problemas de pareja o baja autoestima, que están interfiriendo en su adecuado desarrollo socio-psicoevolutivo.
Los hechos en los que se considera que participó el entonces sacerdote tuvieron lugar en algunas ocasiones en las habitaciones de los alumnos y en la piscina, pero en todos los casos tenían como objeto obtener su satisfacción sexual.
La sala sólo ha absuelto a P.J.A. de uno de los cuatro delitos de abuso sexual de prevalimiento que se le imputaba respecto a un menor.
En 2016, ya un Tribunal Eclesiástico dictaminó una sentencia canónica que le impuso al sacerdote una medida de reclusión en un monasterio por cinco años, con asistencia espiritual y psicológica, que el acusado no aceptó al mantener su inocencia.
Esta circunstancia acabó con la decisión del Papa Francisco de apartarle finalmente del ejercicio del sacerdocio después de que el caso saltara a la luz por la una denuncia que había interpuesto el anterior obispo de Ciudad Real, Antonio Algora.
El ahora condenado mantuvo el último día del juicio ante los periodistas su inocencia sobre los hechos por los que ha sido juzgado y aseguró entonces que si se ha equivocado en algo, jamás ha sido en las «calificaciones que se están intentando hacer».
El ex sacerdote apuntó entonces que se sentía «víctima del ambiente de abusos que se producen en la iglesia», en el que se ha visto implicado por estar con menores en un seminario, «cuando nunca lo ha habido»
Contra esta resolución puede interponerse recurso de apelación ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha.