El sacerdote acusado de abusos sexuales a menores en la provincia de Cuenca ha sido condenado a cuatro años de prisión tras haber reconocido los hechos, por lo que se le ha impuesto la condena mínima prevista para este tipo de delitos, y podrá eludir la cárcel si cumple las condiciones impuestas por la Fiscalía.
Tras el reconocimiento de los hechos, la Fiscalía ha modificado sus conclusiones provisionales y ha pedido dos años de prisión por cada uno de los delitos de abusos sexuales cometidos en 2020 sobre un chico y una chica, ambos de 13 años, y doce meses de multa por un delito de ‘child grooming’ o ciberacoso sexual, sobre otra menor de 15 años.
Además, el sacerdote no podrá acercarse a menos de 200 metros a los dos menores víctimas de abusos durante un período de diez años, y de tres años en el caso de la víctima de ciberacoso.
Por otra parte, no podrá desempeñar ninguna labor que conlleve contacto con menores durante 19 años y se impone un período de 13 años de libertad vigilada.
Para eludir la cárcel, el sacerdote tendrá que seguir un curso de formación en educación sexual, tendrá que realizar trabajos en beneficio de la comunidad y no podrá ir a la localidad conquense en la que sucedieron los hechos.
En declaraciones a los medios de comunicación tras la vista, la fiscal jefe de Cuenca, María Isabel Gómez, ha recordado que si incumple alguno de estos requisitos sí que tendrá que ir a prisión.
Durante la vista el condenado ha tomado la palabra para asegurar que no era culpable y que ha aceptado el acuerdo para evitar un juicio a su familia, pero el juez le ha interrumpido para recordarle que ha reconocido los hechos por los que ha sido condenado.
La sentencia es firme, tras al acuerdo alcanzado por las partes.
Tocamientos en el juego de las «tinieblas»
Los hechos sucedieron en el verano de 2020, cuando el acusado era párroco en una localidad de Cuenca, donde permitía a los niños jugar en su domicilio particular y en otro inmueble, propiedad de la Iglesia, conocido como “casa del cura”.
Según el escrito que elaboró la Fiscalía, el condenado jugaba con los menores al juego de las “tinieblas” y, aprovechando su condición de sacerdote y la confianza depositada por los progenitores de los menores, realizó tocamientos en los pechos a una menor y en los genitales a un menor, ambos de 13 años.
Asimismo, el 5 de agosto mantuvo una conversación por Whatsapp, de madrugada, con una menor de 15 años, con frases de “inequívoco sentido sexual”, y la citó al día siguiente en su domicilio particular, pero la menor no acudió y sus padres pusieron los hechos en conocimiento de las autoridades eclesiásticas.