El hombre acusado de matar de 20 puñaladas a su ex pareja en Villanueva de la Jara (Cuenca) en 2010 ha pedido, entre sollozos, clemencia y ha asegurado que «me arrepiento mucho, es la primera y la última».
Al ejercer su derecho a la última palabra al término de la sesión del juicio con jurado que se celebra en la Audiencia de Cuenca se ha dirigido al juez para pedirle que no le dejen en la cárcel, aunque el veredicto de culpabilidad o inocencia la ha de dar el jurado.
En su alegato final, Rashid F., de 47 años y nacionalidad marroquí, se ha dirigido a «su señoría» para afirmar que «quería mucho» a la víctima, Z.E.G., y asegurar que «no esperaba lo que pasó».
El acusado ha vuelto a argumentar que su ex pareja le engañaba, que el hijo de ambos no es suyo y ha afirmado que las denuncias por malos tratos que motivaron una orden de alejamiento en el año 2009 eran «mentiras».
R.F., que desde el primer momento ha reconocido que mató a la víctima, ha afirmado que no es un asesino sino «buena gente, con un buen corazón», y ha asegurado que si la hubiera querido matar «no la mato en mi casa».
Asimismo, ha afirmado que la familia de ella «no la quería y que todos saben que yo no soy culpable».
El acusado se enfrenta a una pena de 25 años de prisión pedida por el Ministerio Fiscal, la máxima contemplada en el Código Penal por asesinato, mientras la defensa sostiene que se trató de un homicidio y pide 10 años.
En sus conclusiones finales, la fiscal ha hecho un relato de los hechos que ha calificado de «espeluznante», utilizando la expresión de uno de los testigos que ha pasado por esta vista oral, que se inició el lunes en la Audiencia de Cuenca.
La fiscal ha subrayado que existió ensañamiento, alevosía y un agravante de parentesco, ya que aunque no conviviesen considera probada la relación sentimental entre acusado y víctima.
En la sesión de hoy, el forense que practicó la autopsia ha dicho que la víctima, Z.E.G., recibió 20 puñaladas «además de causarle otras heridas superficiales» y fue agredida en tres momentos diferentes a lo largo de la madrugada y la mañana del domingo 11 de julio de 2010, dos de ellos cuando no se podía defender por la pérdida de sangre de la primera agresión.
«Entendemos totalmente acreditado que quería matar y mató, y acreditado cómo lo hizo», ha subrayado la fiscal, antes de añadir que el acusado se aprovechó «de una situación de total desvalimiento de la víctima y aumentando de forma intencionada su dolor».
Por su parte, la defensa pide que se imponga una pena de homicidio y no de asesinato, al considerar que el acusado colaboró con la investigación tras ser detenido.
Considera también que no existen pruebas determinantes sobre el tiempo pasado entre la primera agresión y la muerte, que el forense data alrededor de las tres de la tarde del domingo 11 de julio de 2010.
El defensor ha invocado el principio «in dubio pro reo» (en caso de duda a favor del reo) para pedir al jurado que, ante las situaciones de duda, tomen la decisión más favorable para el acusado.
Por su parte, el letrado de la Junta de Comunidades, que se persona como acusación particular, ha rechazado la colaboración del acusado con las autoridades, y ha recordado que limpió toda la casa a fondo tratando de ocultar los hechos.
Asimismo, ha hecho hincapié en la presencia del bebé de 20 meses «que estaba en la casa mientras este señor mataba a su mujer y a lo largo de muchísimas horas que la tuvo agonizando».
Ese bebé estaba allí -ha dicho el letrado de la Junta- con los restos de sangre, con el cadáver de su madre envuelto en una alfombra, durante varios días».
«Hay que tener sangre fría para tener a una persona agonizando, sabiendo que está sufriendo y ponerse a limpiar», ha dicho el letrado del Gobierno regional rechazar el argumento de arrebato y obcecación esgrimido por la defensa.
El jurado se reunirá a partir del jueves para dar su veredicto.