Le salió mal la jugada. Había disfrutado de un permiso penitenciario y regresaba a la cárcel de Ocaña II, en la provincia de Toledo, pero cuando se disponía a entrar los funcionarios vieron algo raro…
La cuestión es que D.C.A., ante las sospechas que originó, fue registrado y en ese momento reconoció que, efectivamente, no regresaba «solo», puesto que en el interior de su cuerpo había una serie de sustancias.
Era sobre la una de la tarde del 8 de mayo de 2012 y llevaba, ocultos en la zona del recto, dos preservativos entrelazados entre sí por un hilo y en cuyos interiores había, como se comprobó minutos más tarde, un trozo de hachís de 4,53 gramos y seis envoltorios de heroína que pesaban en total 3 gramos, con una pureza del 7.4 por 100, tal y como especifica el escrito de calificación de la Fiscalía Provincial de Toledo.
El objetivo era, supuestamente, facilitar las drogas a terceras personas, tal y como comunicó ante los funcionario. La droga, una vez vendida, podría haber supuesto unos beneficios de 24,73 euros el hachís y 116,02 euros la heroína.
Y hoy, 7 de octubre, será juzgado en la Audiencia toledana y el fiscal pide para él una pena de cuatro años de cárcel más una multa de 280 euros.