La Audiencia Provincial de Toledo ha celebrado la primera sesión del juicio oral por el crimen que terminó con la vida de Juan Carlos L., quien falleció del golpe con un taburete que le propinó Jorge N. cuando ambos se encontraban en un pub de Corral de Almaguer (Toledo) y minutos después de que protagonizasen una discusión.
Imagen del acusado entrando en la Audiencia Provincial de Toledo.
En su declaración ante el jurado popular, el acusado -que permanece en prisión desde el 29 de octubre de 2013- ha alegado que tras la discusión fue Juan Carlos L. quien se acercó a él con ánimo de agredirle y que, «al sentirme amenazado, cogí el taburete con una mano y le golpeé», «sin tener la intención de darle en la cabeza». Afirma que a continuación «me fui tranquilamente a casa a dormir»; «era consciente de que había pegado a alguien pero no de la gravedad». «A los dos meses, cuando estaba en la cárcel, me dijeron que había fallecido pero no me lo creía porque no le di tan fuerte».
En su relato de los hechos, Jorge N. -un joven que actualmente tiene 27 años y que ya fue condenado a dos años y medio de prisión por un delito anterior de lesiones al pegar en la cabeza con una cadena a un hombre de 70 años- ha explicado que el 27 de octubre de 2013 se encontraba en el piso de un amigo en La Puebla de Almoradiel bebiendo alcohol y consumiendo drogas. Sobre las 00:30 horas salieron de allí hacia una explanada en la que se hace botellón y llegaron al pub de Corral de Almaguer a las cinco de la madrugada. Según ha dicho, no conocía a la víctima y no se acuerda de los motivos por los que discutieron, si bien en varias ocasiones ha entrado en contradicción sobre lo que recuerda y lo que no recuerda. «Jorge -un amigo de Jorge N.- nos separó pero después Juan Carlos se acercó a mí y se encaró. Le estampé la banqueta en la cabeza». El movimiento que hizo con ella también ocasionó lesiones a otra persona que se encontraba detrás de él.
Ha señalado que no era consciente de lo que estaba haciendo, que iba muy bebido y «hasta arriba» de drogas. Al día siguiente se marchó a casa de un amigo y allí la Guardia Civil procedió a detenerle, llegando incluso a tener que sacar el arma ante la huida del acusado. «Huí porque todavía estaba con la condicional y tenía miedo; no pensaba que el golpe había sido tan grave».
Jorge N., que ha puesto de manifiesto que en aquella etapa se lo gastaba todo en drogas y que llegó a estar en dos ocasiones en tratamiento de deshabituación, ha concluido su intervención afirmando que «fue un mal día» y que «por una tontería me he complicado la vida y se la he complicado a los demás».
Por su parte, el fiscal sostiene que «Juan Carlos L. y Jorge N. se profirieron mutuamente palabras malsonantes sin producirse ningún tipo de acometimiento físico entre ellos y siendo separados por los acompañantes del primero, su novia y un amigo. Habiendo transcurrido 10 minutos y cuando la situación parecía haberse calmado, el procesado -resuelto con el propósito de acabar con la vida de Juan Carlos y asumiendo los eventuales menoscabos físicos que podía ocasionar- cogió un taburete de un peso de 3,636 gramos que se encontraba en la barra del bar con ambas manos, alzándolo hacia atrás para imprimir impulso, momento éste en el que el taburete impactó en la cabeza de un cliente que se encontraba detrás de Jorge, al que le ocasionó una lesión, para -a continuación y de manera sorpresiva- estrellarlo contra la cabeza de la víctima que se encontraba de espaldas a él y privado, por tanto, de toda posibilidad de defensa. Se desplomó en el suelo mientras el acusado huía a toda prisa del bar».
Durante el juicio, el fiscal ha detallado que el golpe con el taburete rompió los huesos de la parte izquierda del cráneo de Juan Carlos y que el impacto con el suelo al caer hizo que se le rompiesen también los de la parte derecha, falleciendo dos meses después, concretamente el 7 de diciembre.
Por todo ello, el Ministerio Fiscal pide 20 años de prisión por un delito de asesinato y otros cuatro por un delito de lesiones con instrumento peligroso. También solicita una indemnización para los padres de la víctima de 85.000 euros.
La acusación particular mantiene que se ha producido un delito de asesinato y sostiene los 20 años de cárcel. Eleva la indemnización a 300.000 euros y al dueño del local en el que se produjeron los hechos le reclama 60.000 euros. Además, ha apuntado que en el momento de los hechos el bar tenía que haber estado cerrado tres horas antes, instando a que se imponga al dueño «algo más que una mera multa administrativa».
El abogado defensor, por su parte, considera que lo sucedido constituye un delito de homicidio imprudente, pero no de asesinato, y que su cliente no tuvo ánimo de matar ni actuó con alevosía.
Amigos de la víctima pidiendo justicia a las puertas de la Audiencia Provincial.