Los cuatro vecinos de Valdemanco del Esteras (Ciudad Real) que han sido juzgados en la Audiencia Provincial de Ciudad Real por increpar al cura del pueblo, le han pedido perdón públicamente, por lo que podrían ser absueltos de las penas que la Fiscalía y la acusación particular pedía para ellos.
El juicio, que ha quedado visto para sentencia después de que las partes llegaran a un acuerdo previo, ha concluido con la petición de la Fiscalía de solicitar la absolución de los acusados, después de que éstos se hayan disculpado públicamente.
En el escrito de acusación, la Fiscalía solicitaba para cada uno de los acusados una pena de 240 euros de multa (a razón de 20 días de multa con una cuota diaria de 12 euros) por una falta leve por vejaciones injustas.
Por su parte, la acusación particular había solicitado la pena de un año de prisión para los acusados, por un delito contra la libertad religiosa y una pena de faltas por vejaciones injustas hacía el párroco.
Finalmente, la acusación particular ha decidido retirar su petición de pena por el delito contra la libertad religiosa, lo que ha llevado a las partes a alcanzar el acuerdo final, después de que los vecinos juzgados -E.R.L., A.R.M., A.R.A. y F.R.P.-, manifestaran su petición de disculpas al párroco.
El fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Ciudad Real, Jesús Caballero Klink, a la conclusión del juicio, ha explicado a los medios de comunicación que el juicio, en su opinión, se ha resuelto de forma «muy satisfactoria».
Caballero Klink ha señalado que la Fiscalía entendía que los hechos eran constitutivos de una falta de vejaciones injustas de carácter leve, mientras que la acusación particular sostenía que podía existir un delito contra los sentimientos religiosos, si bien, ha dicho, «la generosidad del sacerdote ofendido por los insultos, que ha manifestado el perdón hacia las personas que lo habían ofendido», ha llevado a la acusación particular a acomodar la calificación inicial de delito a falta.
Según el fiscal, al juzgarse una falta «opera el perdón del ofendido, de manera que ante el perdón del sacerdote para favorecer la paz social en el pueblo, no cabe la acción penal que se extingue», por lo que, en consecuencia, teniendo en cuenta el marco legal la fiscalía ha solicitado la absolución de los encausados.
Los hechos ocurrieron el 24 de abril de 2011, Domingo de Resurrección, cuando el párroco, G.G.R., acompañado por otras dos personas, acudieron a dicha localidad para celebrar la misa y tras el toque de campanas un nutrido grupo de personas, entre las que estaban los acusados se aproximaron a la plazoleta de la iglesia «encarándose contra el párroco».
Según una tradición de este pueblo, el Domingo de Resurrección salen en procesión por las calles «los quintos», acompañados por el resto de vecinos, hasta llegar a la iglesia, en cuyas puertas les esperan «varios gallos vivos colgados de sus patas en unas cuerdas», que tras la misa son soltados en los corrales e indultados para siempre.
El sacerdote de Valdemanco de Esteras, aquel día, se negó a oficiar la misa si persistía la cuelga de gallos y decidió suspender el oficio religioso, por lo que fue insultado.
Con «evidente ánimo difamatorio», según consta en el escrito inicial de la fiscalía, le dirigieron varias expresiones humillantes, tales como «sinvergüenza, viejo, cura jubilado, vete de aquí no te queremos», que llevó al cura finalmente a tomar la decisión de cerrar la iglesia y marcharse de allí.