viernes, 22 de noviembre de 2024
Las historias de un Policía Local 28/01/2012junio 14th, 2017

Las historias que les vamos a contar son reales, han tenido lugar en las calles de Toledo y nos hacen ver que el trabajo de la Policía Local no es solo el de multar o «regañarnos» cuando somos unos desastres al volante, sino que además hacen un trabajo, generalmente en silencio, que en la mayoría de los casos pasa desapercibido. Por lo que, en primer lugar, vayan estas líneas como homenaje a ellos. De ahí que hayamos traído hasta encastillalamancha.es algunas de las peripecias que uno de esos agentes, Juan Bautista Rozas, ha vivido durante los últimos 32 años. «Toda una vida», como él mismo afirma.

Y sirvan también estas aventuras (por fortuna, todas con final feliz) para homenajear al resto de compañeros que hace apenas unos días recibían el reconocimiento de su ciudad, la capital regional, con la entrega de las condecoraciones al Mérito a la Permanencia. Junto a Rozas, sus cinco compañeros eran: José Antonio Corbacho Ramos, Antonio García Infantes, José Luis García Infantes, Antonio Perpetuo Gómez Alonso y Anselmo Manzano Ramírez. ¡Olé por todos ellos!


EL DÍA QUE LE PUSO LA PISTOLA EN LA TRIPA Y…

Juan Bautista Rozas tenía muy claro, desde joven, que o bien era cirujano o agente de la autoridad. Al final decidió, por una serie de vicisitudes personales, que sería lo segundo. Y así fue como se convirtió en Policía Local. Empezó en la brigada de Seguridad Ciudadana, donde estuvo ocho años; de ahí a Atestados, donde pasó dos décadas; y ahora está en Informes. Casi nada. De ahí que nos recuerde un episodio que marcó su vida cuando apenas tenía poco más de 20 años «y yo era entonces muy novatito».

El episodio tuvo lugar una de estas noches toledanas de aúpa, cuando se encontraron a un compañero por Horno de los Bizcochos, en el casco histórico, que les dijo que había sido atropellado por el conductor de un vehículo que se había dado a la fuga. Al indicarles para dónde se había dirigido les dijeron que en dirección a Trastamara, donde no hay salida posible. Y hasta allí se fueron. Tras detectar el vehículo buscaron a su ocupante, pero no le encontraron. En una primera instancia, porque…

…Minutos después y cuando ya se disponían a marcharse, el individuo apareció por detrás de ellos, para sorpresa de los propios agentes. Y cuál fue la sorpresa de nuestro protagonista que cuando le solicitó la documentación al hombre para identificarle, éste sacó una pistola y en un gesto rápido «me la puso en la tripa y se la guardó de inmediato». Imaginen el susto de Rozas, como no podía ser de otra forma.

Mosqueados ya por la forma de ser de esta persona en cuestión, Rozas siguió, ya con muchísima cautela, solicitándole diferentes identificaciones, entre ellas el permiso para portar armas. Y como el hombre intentó hacer, por una segunda vez, el gesto de coger la pistola y sacarla, Juan Bautista echó mano a su revólver, «le cogí de un costado, le paralizamos y le trasladamos a Comisaría». Cuál sería su gran sorpresa cuando uno de sus compañeros cogió la pistola del individuo, la misma con la que le habían apuntado en la barriga, abrió el tambor y… ¡Una bala se cayó de la recámara!

O, lo que es lo mismo, estaba cargada y lista para disparar. En ese momento Rozas comenzó a decirle de todo menos bonito al individuo al que habían detenido, con quien meses después se encontraría ante un Juzgado para dirimir la situación que habían vivido. «Fue mi bautismo de fuego», recuerda ahora, ya con una sonrisa en la boca, pero con el susto que vivió justo cuando estaba empezando.

UN INTENTO DE SOBORNO CON CUATRO O CINCO BILLETES DE 50 EUROS

En su segunda etapa, estando ya en Atestados, Rozas y alguno de sus compañeros llevaron a Comisaría a un individuo que había provocado destrozos en varios coches aparcados al conducir el suyo en estato de embriaguez. «Y cuál sería mi sorpresa estando practicando las diligencias cuando el hombre, que era mexicano y seguro que en su país estaban acostumbrados a resolver así este tipo de conflictos, sacó cuatro o cinco billetes de 50 euros de la cartera, los puso encima de la mesa y me decía: ¡Tome, papito, esto para ti!. Como te puedes imaginar, le dije que se lo guardara y que como siguiera en esa actitud le denunciaría por intento de soborno a la autoridad». Al final, aunque el hombre insistió más tímidamente una vez más, solo se le abrieron diligencias por alcoholemia.

«¡QUERÍA HABLAR CON FELIPE GONZÁLEZ!»

Como de todo hay en la viña del señor, pues Rozas recuerda cómo tuvieron que trasladar a un hombre con sus facultades mentales mermadas, quien se metía con todo el mundo en el psiquiátrico y que en un momento determinado, cuando iban en el coche patrulla, les dijo a los policías que él tenía que hablar, sí o sí, con el entonces presidente del Gobierno de España Felipe González. Pues dicho y hecho, «para qué íbamos a discutir con él», recuerda con una amplia sonrisa Juan Bautista. «Pusimos en marcha la emisora del coche, le dejamos el micro y… ¡hala! A hablar con González. No te puedes imaginar el rollo que le contaba. Bueno, que él creía que le contaba, porque en realidad no estaba hablando con nadie. Pero así le hicimos feliz durante unos minutos».

Dice que por la idiosincrasia de las calles del casco histórico de Toledo han tenido que vivir situaciones más que graciosas, aunque no para los protagonistas. «De la calle de las Bulas he tenido que sacar coches de turistas que no sabían dónde se metían. ¡Pues no he entrado veces por el portón de atrás para coger el volante! A pesar de toda la labor que realizan en el día a día, sigue existiendo, a su entender, «gran confusión en el ciudadano, puesto que nos ve como una Policía represiva que solo pone multas. Cuando son ellos precisamente quienes no se dan cuenta de que cuando cometen una infracción lo que están haciendo es no respetar los derechos de los demás ciudadanos». Lo tiene muy claro.

Rozas ha sido siempre un consumado deportista. No en vano, llegó a formar parte de la sección de atletismo del Real Madrid. ¡Ahí es nada! E incluso quedó en el tercer puesto en el Campeonato de España de lanzamiento de jabalina en categoría juvenil. ¡Un hacha!

Ahora dice que, tras los años vividos, se siente muy orgulloso de la condecoración que hace unos días le otorgó el Ayuntamiento de su ciudad de manos de su alcalde, Emiliano García-Page; y de su concejal de Movilidad y Seguridad Ciudadana, Rafael Perezagua. Porque es un reconocimiento al esfuerzo desarrollado durante los últimos 32 años, «toda una vida…». Juan Bautista Rozas tiene 57 años y recuerda que cuando entró en la Policía Local de Toledo «solo teníamos un todoterreno, al que llamábamos el monstruo, y que nos regalaron los americanos de Toledo Ohio tras el hermanamiento. Teníamos que llevar dentro mantas para combatir el frío que hacía. Ja, ja, ja…».

Hasta que les compraron dos Seat Ritmos… Y hasta hoy, donde la Policía Local de Toledo se ha ganado fama de trabajadora. En una ciudad como ésta, donde no es nada fácil regular el tráfico y que todo esté en orden.

¡Enhorabuena a los condecorados!

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