Tiene 49 años, responde a las iniciales A.J.S. y es vecino de Lezuza, en Albacete. Y tiene el «gran honor» de haber sido detenido por la Guardia Civil acusado de un presunto delito contra la flora y la fauna por colocar cebos envenenados en el campo.
Las investigaciones comenzaron el 29 de septiembre, cuando una patrulla del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de Albacete rescató un ejemplar adulto de hembra de águila imperial en el paraje «Venta Molino», en el término municipal de Peñas de San Pedro. El animal había caído al suelo y no podía emprender el vuelo.
Aunque no se apreciaron heridas a la vista, comprobaron que segregaba jugos gástricos por el pico, lo que hizo que fuera trasladado al Centro de Recuperación de la Fauna Silvestre de Albacete, donde procedieron a su curación.
Como bien se pueden imaginar, se comprobó que había ingerido algún tipo de veneno, pero afortunadamente salvó su vida gracias a la rápida intervención de los agentes y de los responsables veterinarios.
A partir de ese momento la Guardia Civil utilizó perros detectores de cebos envenenados para rastrear la zona, localizando varios de ellos en puntos determinados y, por desgracia, los cadáveres de animales que, casi con toda seguridad, habían muerto por comer esos cebos. Entre ellos un azor, un gavilán, un carabo y dos zorros.
Y la investigación llevó al guarda del coto, quien supuestamente había colocado los cebos envenenados.