La Guardia Civil ha detenido a ocho personas e imputado a otras dos más por dieciséis delitos contra el patrimonio, cuatro de ellos con violencia e intimidación, cometidos en las provincias de Ciudad Real y Toledo. En los robos con intimidación empleaban una gran violencia contra sus víctimas, a las que amenazaban con armas.
Los primeros hechos ahora esclarecidos por la Guardia Civil datan del mes de enero de este año, fecha en la que los detenidos cometieron varios robos con fuerza en la cosas en varias viviendas de distintas localidades de la provincia de Ciudad Real y Toledo, aunque no fue hasta el 5 de mayo cuando los integrantes de esta organización criminal perpetraron su primer robo con intimidación.
A raíz de este robo con intimidación, la Unidad Orgánica de Policía Judicial (UOPJ) de la Guardia Civil de Ciudad Real inicio la denominada operación «Qesito – Meroi», en la que contó con el apoyo de la UOPJ de la Guardia Civil de Toledo desde el momento en el que las propias investigaciones condujeron hasta una organización criminal cuyos integrantes residían a caballo entre ambas provincias.
MODUS OPERANDI
Los delincuentes estudiaban previamente la zona en la que pretendían cometer el atraco, dentro de la que seleccionaban sus objetivos entre establecimientos aislados de la población, para dificultar que las Fuerzas de Seguridad fueran alertadas. También estudiaban el momento más adecuado para cometerlo, que coincidía, generalmente, con la hora de cierre de los establecimientos, al ser momentos en los que los propietarios o empleados realizaban labores de limpieza o contabilizaban los ingresos del día.
Una vez que habían llevado a cabo estas actuaciones previas concertaban el día que consideraban más idóneo para cometer el atraco y se desplazaban hasta el lugar elegido, al que accedían tres o cuatro de los integrantes de esta organización criminal, mientras que el resto permanecía en el exterior para alertar de una posible presencia policial y facilitar la huida.
Uno de los integrantes de la organización criminal que accedían al interior tomaba el control del robo y se encargaba de intimidar, física y verbalmente, a las víctimas, impartiendo órdenes al resto de los delincuentes sobre la forma de ejecutar las tareas que cada uno tenía encomendadas.
Todos estos individuos vestían prendas de camuflaje y ocultaban su rostro utilizando pasamontañas artesanales elaborados con mangas de jerséis y camisetas, anudadas en uno de sus extremos, a las que se practicaban sendos orificios que permitieran la visión.
De esta forma evitaban ser identificados en una investigación policial por los dependientes de establecimientos en los que se venden este tipo de prendas; variaban las telas y colores del pasamontañas para tratar de evitar que pudiera establecerse una relación entre varios de los hechos cometidos.
Los delincuentes empleaban gran violencia, tanto física como verbal, contra las víctimas, a quienes llegaron a golpear con sus armas y amenazarlas de muerte, maniatándolas con bridas.
Para dar más credibilidad a sus amenazas efectuaban disparos al aire, así como a las máquinas recreativas. En este último caso el fin era, además de mantener un elevado grado de tensión en las víctimas, apoderarse de la recaudación de las máquinas recreativas.
Una vez cometido el atraco, los autores emprendían la huida en los vehículos de las víctimas, en unos casos obligando a éstas a entregarles las llaves y en otros robándolos directamente de las inmediaciones al tener las llaves puestas. Estos vehículos eran posteriormente abandonados en caminos situados a apenas unos kilómetros del lugar del robo, donde sus ocupantes eran recogidos por el resto de los miembros de la banda para continuar la huída, evitando así que se relacionaran sus propios vehículos con los atracos.
Los detenidos alternaban los atracos con robos con fuerza en las cosas cometidos fundamentalmente en viviendas, aunque algunos de ellos fueron cometidos también en explotaciones agrícolas y ganaderas, establecimientos de hostelería y estaciones de servicio.
INVESTIGACIONES
En apenas 15 días los integrantes de esta organización criminal cometieron cuatro robos con intimidación en un restaurante de Argamasilla de Calatrava, en un estanco de Val de Santo Domingo y en dos estaciones de servicio, una de ellas situada en Maqueda y otra en Brazatortas, en las provincias de Ciudad Real y Toledo.
Los investigadores de la Guardia Civil establecieron una relación entre los miembros de la banda y estos hechos, así como con algunos robos con fuerza en las cosas cometidos en ambas provincias entre el mes de enero y el 25 de junio, apenas dos días antes de que se precipitara la explotación de la operación «Qesito – Meroi».
El conocimiento que tuvieron los investigadores de la Guardia Civil de que estos delincuentes iban a ejecutar un atraco inminente sobre una persona de Madrid, de la que pensaban obtener un botín de un millón de euros, precipitó el desenlace de la operación y dio pie a la detención de los integrantes de esta organización criminal y a la realización de nueve registros en otros tantos domicilios de las provincias de Ciudad Real y Toledo.
Seis de los registros fueron realizados en las localidades toledanas de Quismondo y Maqueda, y los tres restantes en Puertollano, Porzuna y Ciudad Real. En ellos fueron recuperadas distintas herramientas, material audiovisual e informático, joyas, cuatro pistolas de aire comprimido, que son réplicas exactas de armas reales de fuego, terminales móviles, garrafas de gasoil y varios cuchillos y machetes.
Los detenidos por estos hechos fueron D.C.L., de 32 años, A.D.C., de 53 años, J.C.C.M., de 42 años, F.J.F.M., de 23 años, S.F.H. de 45 años, M.P.S., de 50 años, G.D.P.T. de 34 años, J.D.P.T., de 37 años.
También han sido imputados por estos hechos S.B.S. de 23 años y J.F.H. de 41 años.
Todos los detenidos e imputados cuentan con numerosos antecedentes policiales por delitos cometidos contra el patrimonio y el orden socioeconómico.
A los detenidos se les imputan doce robos con fuerza en las cosas, además de los robos con intimidación reseñados, todos ellos cometidos a caballo entre las provincias de Ciudad Real y Toledo
La Guardia Civil no descarta el esclarecimiento de nuevos hechos delictivos según avancen las investigaciones para determinar la procedencia de numerosos efectos recuperados en los registros.
La localidad más afectada por la actuación de esta organización criminal fue Argamasilla de Calatrava, donde se cometieron cinco de los hechos ahora esclarecidos, junto a la que se encuentran las localidades ciudadrealeñas de Porzuna y Ciudad Real, así como las toledanas de Calzada de Oropesa, Quismondo, Santa Olalla y Val de Santo Domingo.