Apenas han transcurrido 24 horas desde que se escapó un toro de La Caprichosa, en Talavera, y algunos de los presentes todavía tienen los nervios a flor de piel. Testigos que lo vivieron en directo y que no salían de su asombro por lo que estaba pasando.
El toro que se escapó, por el Puente, antes de que acabaran con su vida.
Encastillalamancha.es ha hablado con una de las personas que estaba en ese momento con su hijo en la plaza, participando en el espectáculo «Educatoros». Es Elvira García y tiene claro que si el toro, en vez de salir a la calle, entra en el coso, «se podría haber producido una tragedia, porque en ese momento había unos 30 niños».
Los recortadores y los toreros de la corrida de hoy sábado se encontraban impartiendo clases de toreo a los niños en la arena, mientras los padres lo seguían desde el callejón. «Sería la una y cuarto de la tarde cuando se empezaron a escuchar gritos. Era el pánico que provocaba el toro, que se había escapado del interior de los toriles. Salió como si fuera al interior de la plaza, pero la puerta de acceso estaba cerrada, por lo que siguió por el callejón, recorrió tres o cuatro metros y se encontró con la puerta por la que salen los toreros. Podía optar entre salir a la derecha, que daba directamente a la calle; o por la izquierda, para entrar al ruedo. Y salió a la calle. Si llega a entrar en el coso se habría encontrado con esos 30 niños, podría haber sido una auténtica tragedia», relata.
Fue en ese momento, al salir a la calle, cuando atropelló a un niño de 9 años y corneó a un joven de 30 (el único que permanece ingresado en el hospital talaverano, aunque se recupera favorablemente de la herida).
El torero talaverano Sergio Blasco, uno de los que impartía las clases, se percató rápidamente de lo que sucedía, cogió un capote y junto a su hermano y algunos de los recortadores salieron detrás del toro para intentar paliar en parte la situación. Pero el animal ya campaba a sus anchas por la zona próxima a la plaza.
Mientra, en el interior, otro grupo de recortadores ayudaban a los niños a subirse a la grada, en previsión de que pudiera haber más toros sueltos.
La historia terminó con 11 heridos en total y el pánico que sembró allí por donde pasó el morlaco.