La crecida del Tajo es tal en Toledo, como en tantos otros lugares de la geografía nacional, que diría un castizo, que hasta los patos huyen del acuático exceso, tan húmedo y embarazoso que hasta dos individuos de esta raza singular, tan habituados al líquido elemento, se aventuraron tan ufanamente por el duro paisaje del asfalto toledano, intentando espantar el embarazo de tanta borrasca encadenada.
Ocurría en el barrio de Buenavista de la capital regional.
Su hartazgo por la crecida no tuvo en cuenta los rigores del tráfico, y claro, poco habituados a sus imperativos, la aventura sin par que para ellos suponía cruzar la acera se quedó en agua de borrajas, nunca mejor dicho.
La autora de las fotos y del vídeo intentó «echarles un cable», pero las azarosas aves no consintieron la ayuda y alzaron el vuelo.
Está claro que nunca llueve a gusto de todos, ni de los mismísimos patos.
(Fotos y vídeo: Carmen Herrero).