El 27 de julio comenzaba la pesadilla en el incendio de Yeste (Albacete). La Sierra del Segura ardía durante ocho días en los que la orografía y la climatología eran las aliadas de fuego, haciendo estériles las tareas de extinción. Hasta que apareció la lluvia. Con la mejora del tiempo, las 1.211 personas que trabajaron sobre el terreno detuvieron las llamas.
Pero el daño estaba hecho: 3.200 hectáreas calcinadas, 745 de gran valor ecológico, en el Parque Natural de Calares del Río Mundo y la Sima. La zona afectada quedó muy destruida en un 87 por 100.
La prioridad en esta catástrofe medioambiental fueron las personas, en concreto las 445 que huyeron de sus casas en 18 pedanías por miedo a las llamas.
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El inicio del fuego pudo ser una “negligencia”, tal y como apuntó en los días posteriores el consejero de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, Francisco Martínez Arroyo.
Por si fuese poco el daño del fuego, el vecino embalse de la Fuensanta estaba seco e hizo desplazarse a los equipos aéreos hasta otros pantanos con la consecuente pérdida de tiempo.
Pero en las tragedias siempre hay, a pesar de todo una historia capaz de sacar una sonrisa. Los vecinos de Molinicos tuvieron un detalle de los que se quedan en la retina. Dejaron en la bolsa del bocata que dieron a un bombero del Sepei de Albacete una emotiva nota: “¡Muchas gracias por todo! Ánimo y mucha fuerza. Los vecinos estamos con vosotros”.