No hay que jugar con las cosas de comer… ni con la independencia
La obligación de los políticos es hacer llegar sus mensajes con claridad a la ciudadanía, para que se entienda lo que dicen y se sepa lo que hacen. Para eso son elegidos y para eso se les paga el sueldo. Pero parece que el presidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, no está dispuesto a cumplir ese principio y prefiere jugar al equívoco.